
Honoré de Balzac fue por etapas un escritor tremendamente pobre. Cuando un tío suyo se murió y le dejó todos sus bienes, el autor, en tono irónico, comunicó a sus amistades que su tío había pasado a mejor vida… y él también.
He recordado esta anécdota después de conocer la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE. Pedro Sánchez, aupado por sus militantes, vuelve a dar el braguetazo al tiempo que envía a su partido, incapaz de desembarazarse de él, a mejor vida.
Sánchez-Balzac cuenta con otros quince minutos de gloria. El tema resultaría divertido si no fuera porque es un pésimo resultado para los designios del país. Ya dije en esta columna que los tres candidatos que aspiraban a la secretaría del PSOE eran flojos; pero Sánchez es, con diferencia, el más flojo de los tres.
El déjà vu está servido. Sánchez, al contrario de Balzac, no tiene una mente prodigiosa, es rencoroso y carece de programa y de ideas propias, como ha demostrado durante estos dos años de sectaria y banal oposición a Rajoy al tiempo que ha ido allanando el camino para que su partido pase a mejor vida.