
Cada vez que un futbolista es acusado de defraudar a Hacienda, el presidente del club tiene que hacer el papelón y defender su inmaculada inocencia. Ocurrió con Messi y ocurre ahora con Cristiano, que amenaza con abandonar el Real Madrid porque, dice, se le trata como a un delincuente.
Las declaraciones de Florentino me han parecido acertadas. Desde un punto de vista institucional, poco más podría decirse sin caer en el ridículo. ¿O acaso un jugador de la casa puede engañar a Hacienda y quienes pagamos su ficha, no? ¿Por qué debe posicionarse el presidente en un tema personal que no es de su incumbencia? Si Cristiano ha cometido algún delito fiscal –o despiste fiscal, por ponernos navideños–, ha de ser él y nadie más quien rinda cuentas ante la Justicia.