A veces me planteo si merecería la pena apartarme de la civilización, hacer un Walden a lo Henry David Thoreau y huir a bosques recónditos para vivir en plenitud en la naturaleza, ajeno a tantos males que al parecer están a la vuelta de la esquina.
Tal vez así me libraría de las contracturas, los pensamientos circulares, las urgencias, de la necesidad de ir corriendo a todas partes. Podría cultivar un huertecito, dar largos paseos, tomar el sol, bañarme desnudo en aguas gélidas y asearme con jabón fabricado con mis propias manos.
Pero si abandonara la civilización para mudarme a una cabaña, no duraría una décima parte de lo que Henry David Thoreau estuvo apartado del mundanal ruido: dos años, dos meses y dos días. Qué tonterías: yo sobreviviría un par de días, tras los cuales pediría auxilio a la guardia civil con mi teléfono móvil 5G.
Aunque asumo que soy un urbanita convencido, no logro dejar a un lado la idea de que mi actual ritmo de vida (trabajo, contabilidad, crianza de los hijos, desplazamientos obligados en coche, escasez de tiempo para el ocio) no es bueno para la salud.
Los debates sobre el mundo rural versus la urbe son recurrentes, y una gran mayoría llega a la conclusión de que es más sano el campo, si bien paradójicamente –o no tanto– a esa mayoría no hay quien la saque de la ciudad, a no ser para dar un paseo furtivo por el campo para recoger espárragos.
Escribo estas líneas volanderas en un lugar de descanso, respirando aire puro, cerca del mar. Y, sin embargo, no consigo desconectarme de las mismas tareas y preocupaciones que me lastran cuando vivo en la gran ciudad. De hecho, lo primero que hago al despertar es consultar en el móvil cómo va todo: el fallido tren rápido de Extremadura, la crisis energética, la guerra en Ucrania, los nuevos casos de violencia…
Las vacaciones son para mí la misma batalla de siempre en un escenario diferente.
Francisco Rodríguez Criado, escritor y corrector de textos
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Conozco casos como el tuyo… incluso un conocido lo está sopesando por los ladridos continuos del perro. Ambos tenemos perro…